Premio Nobel de Literatura en 1989, Camilo José Cela (1916 - 2002) recurrió en varias ocasiones a la imagen y al sonido de las castañuelas, que aparecen en su obra con distintos valores simbólicos y expresivos.
En La familia de Pascual Duarte (1942) las encontramos, en primer lugar, como objeto decorativo: colgadas en la pared, junto a una pandereta pintada con la Giralda y diversos cromos religiosos, forman parte del atrezzo humilde y pintoresco de una vivienda campesina. En este contexto, las castañuelas no suenan, permanecen mudas, convertidas en recuerdo folclórico y en testimonio de un gusto popular por lo llamativo y lo pintoresco, con un matiz irónico que Cela proyecta sobre el mundo rural de su protagonista. Más adelante, en la misma novela, reaparecen como recurso expresivo cuando el narrador describe a un joven guardia civil que, tras recibir un soborno, se marcha “más alegre que unas castañuelas”. La imagen, tomada del lenguaje coloquial, revela la vitalidad de la expresión popular y vincula las castañuelas con el júbilo inmediato, con la sonoridad festiva y rítmica que forman parte del imaginario colectivo.
Muy distinta es la función que cumplen en Mazurca para dos muertos (1983), donde se asocian al personaje de Concha da Cona. En este caso, las castañuelas dejan de ser objeto pasivo o simple metáfora para convertirse en signo vivo de carácter y de fuerza. Concha las toca “como una gitana”, con la naturalidad de quien respira, y esa destreza se convierte en símbolo de su vitalidad y de su resistencia frente a la adversidad. El instrumento acompaña sus canciones y sus cuplés, reforzando la sensualidad y la energía femenina que la definen. En otros pasajes, las castañuelas aparecen en un ambiente cargado de superstición y religiosidad, como un contrapunto festivo en medio de conspiraciones, rezos y miedos colectivos, y finalmente se evocan como recuerdo melancólico de un tiempo pasado, cuando Concha se pasaba los días tocando, antes de que su vida quedara marcada por la violencia y la degradación de Pepiño Xurelo.
En el conjunto de su obra, las castañuelas funcionan como símbolo cultural más que como instrumento musical. Cela las utiliza para expresar, según el caso, la ingenuidad decorativa de lo popular, la expresividad lingüística del habla rural o la vitalidad sensual y nostálgica de un personaje. Desde el adorno colgado en una pared hasta el gesto corporal que acompaña al canto y al baile, las castañuelas en Cela condensan una mirada hacia lo español popular, capaz de oscilar entre la ironía, la alegría y la tragedia.
Pero la relación de Camilo José Cela con las castañuelas es más rica de lo que a primera vista podría parecer. En su literatura, las castañuelas aparecen en registros muy distintos, desde el objeto folclórico colgado en la pared en La familia de Pascual Duarte hasta la metáfora de júbilo que evoca la expresión “más alegre que unas castañuelas”, pasando por el símbolo de vitalidad y sensualidad femenina que representan en Mazurca para dos muertos, asociadas al personaje de Concha da Cona. En todos los casos, el instrumento funciona más como signo cultural y narrativo que como mera herramienta musical: Cela lo emplea para expresar la ironía de lo popular convertido en adorno, la oralidad viva de los dichos rurales o la fuerza vital de un personaje que resiste frente a la adversidad.
Pero más allá de sus páginas, Cela mantuvo también un vínculo personal con las castañuelas. En el verano de 1963, el escritor residía en Ibiza y recibió al periodista Francisco Umbral y al fotógrafo Alfredo, enviados de la revista Mundo Hispánico. Durante aquella visita, entre cantos improvisados y anécdotas de sobremesa, Cela mostró con orgullo algunas de sus pertenencias, entre ellas unas castanyoles eivissenques que el fotógrafo inmortalizó en sus propias manos. Estas castañuelas mallorquinas, de gran tamaño y fabricadas habitualmente en madera de enebro, se distinguen por su “bostezo” —una pieza intermedia que separa las dos conchas y facilita la ejecución— y por las vetas o cintas encarnadas que las atan. Su uso en los bailes tradicionales de la isla, donde los hombres las hacen sonar con energía para cortejar a las mujeres, confiere a este instrumento un fuerte componente ritual y de seducción.
La imagen de Cela sosteniendo aquellas castanyoles añade una dimensión más a su relación con el instrumento. No se trata solo de un recurso literario que asoma en sus novelas, sino también de un objeto real y tangible que formaba parte de su vida cotidiana y de su curiosidad etnográfica.
PARA SABER MÁS: 1963 Las "castanyoles" de Camilo José Cela