En La Nueva España de Oviedo.
LAS TEJOLETAS.
UN INSTRUMENTO VILLANO.
CERVANTES LAS MENCIONA EN DOS DE SUS
NOVELAS EJEMPLARES.
USADAS POR LAS MUJERES PÚBLICAS DE ROMA
PARA LLAMAR LA ATENCIÓN.
Son las tejoletas muy similares a las tarrañuelas descriptas
en otra ocasión, salvando las características que configuran a los dos
instrumentos. Si las tarrañuelas eran de madera, las tejoletas se fabricaban de
trozos de teja, platos o cántaros, con lo que formaban las tejuelas, que
limadas por sus cantos para evitar cortes, se colocaban entre los dedos y se
percutían.
Sobre su antigüedad debemos fiarnos de Pólux
quien afirma eran llamadas PHRYGINDA por los griegos y se trataba de entreponer
en los dedos de la mano izquierda tejuelas partidas y herirlas con la mano
derecha a compás.
Llámense PHRYGINDAS por Pólux o LEPADAS por Ateneo, como afirma Rodrigo Caro,
debemos hacer mención del estrato social que las utilizaba y quien mejor que
Miguel de Cervantes, como mencionábamos anteriormente, para su comentario.
LAS
TEJOLETAS EN LA OBRA DE CERVANTES
En 1.613 Cervantes publica doce novelas que
forman un solo tomo dedicado al Conde de Lemos. Si en la mayoría hace
referencias más o menos extensas de instrumentos musicales, será en “Rinconete
y Cortadillo” y “El coloquio de los perros” donde menciona el instrumento que
hoy nos ocupa.
En la primera, la acción se desarrolla en el
patio de Monipodio, representado como punto de reunión de ladrones, mendigos,
falsos mutilados, supuestos estudiantes y prostitutas, que debían pagar un
“impuesto de circulación” –si los finos me permiten el término- para ejercer su
profesión con tranquilidad. Las tejoletas fabricadas por Monipodio, así como su
uso, no merece más comentario que la descripta por su autor:
“A todo esto dijo Monipodio:
- Todos voacedes han hablado como buenos amigos, y como tales amigos, se den
las manos de amigos.
Diéronselas luego, y Escalanta, quitándose un chapín, comenzó a tañer en él
como en un pandero; la Galanciosa tomó una escoba de palma, nueva, que allí se
halló acaso, y rascándola, hizo un son que, aunque ronco y áspero, se
concertaba con el del chapín. Monipodio rompió un plato, y hizo dos tejoletas,
que, puestas entre los dedos y repicadas con gran ligereza, llevaba el
contrapunto al chapín y la escoba.”
Nos llama la atención el uso de ciertos objetos,
a los que no osamos llamar instrumentos musicales por que no era este el fin de
su fabricación y su uso como acompañamiento musical es casual, como son el
chapín o chanclo de corcho que está forrado de cordobán y la escoba de la que
se espantan Rinconete y Cortadillo por no haberla visto nunca.
“-¿Admíranse de la escoba?. Pues bien hacen,
pues música más presta y más sin pesadumbre ni más barata, no se ha inventado
en el mundo;” …… “ tan mañera de tocar, tan si n trastes, clavijas ni cuerdas,
y tan sin necesidad de templarse; a un voto a tal que la inventó un galán desta
ciudad, que se pica de ser un Hector en la música.”
D. Miguel Querol Gavaldá [ La musica..; 1.945,
pags. 163-164 ] equipara el son de las palmas de la escoba al de instrumentos
como el pandero, las castañuelas, etc., y aventura que el galán que la inventó
fuese alguien que estuvo en las colonias americanas y aprendió de los negros
esta manera de acompañar; confirmando el hecho de que la Chacona se acompaña a
veces con jarros y escobas.
BERGANZA O LA DESILUSIÓN DE LA ARCADIA FELIZ
Veamos que nos cuenta Berganza en “El coloquio
de los perros” de sus correrías como perro de pastores:
“Digo que todos los pensamientos que he dicho, y
muchos más, me causaron ver los diferentes tratos y ejercicios que mis pastores
y todos los demás de aquella marina tenían de aquellos que había oído leer que
tenían los pastores de los libros; porque si los míos cantaban no eran
canciones acordadas y bien compuestas, sino un
Cata el lobo do va, Juanita,
Y otras cosas semejantes; y esto. No al son de churumbelas, rabeles o gaitas,
sino al que hacia el dar un cayado con otro, o al de algunas tejuelas puestas
entre los dedos….”.
Sigue describiendo las diferencias entre lo oído
a su antiguo amo cuando leía a su amada novelas pastoriles de moda en la época,
donde se sublima la belleza y encanto de la vida entre los cuidadores de ganado
lanar y sigue Berganza:
“que todos aquellos libros son cosas soñadas y
bien escritas para entretenimiento de los ociosos, y no verdad alguna”.
CONCLUSIÓN
Son, pues, las Tejoletas trozos de teja u otro
material similar, que se percutía colocándolas entre los dedos de las mano y
utilizadas, por instrumento barato, entre las capas bajas de la sociedad; y aun
cuando lo pusiéramos en duda Rodrigo Caro ( días geniales…; t.II,pag 77) nos
dice:
“Tocaban las mujeres públicas de Roma Tejoletas
como ahora dan con una cañuela en la silleta, haciendo un sonecillo.” Su uso
derivó, como ocurriese con otros instrumentos populares, en juego infantil o
fue borrado de la memoria popular.
Dejaremos para otra ocasión las referencias que hacen otros autores en sus
obras, sirvan estas de anticipo.
Daniel Fernando Sánchez Polo
Publicado en diciembre de 1982
En La Nueva España de Oviedo.
Para saber más: LAS TARRAÑUELAS. Un instrumento olvidado.