viernes, 26 de enero de 2018

LAS TEJOLETAS. Un instrumento villano.

Publicado en diciembre de 1982
En La Nueva España de Oviedo.


LAS TEJOLETAS.
UN INSTRUMENTO VILLANO.


CERVANTES LAS MENCIONA EN DOS DE SUS NOVELAS EJEMPLARES.



USADAS POR LAS MUJERES PÚBLICAS DE ROMA PARA LLAMAR LA ATENCIÓN.



Son las tejoletas muy similares a las tarrañuelas descriptas en otra ocasión, salvando las características que configuran a los dos instrumentos. Si las tarrañuelas eran de madera, las tejoletas se fabricaban de trozos de teja, platos o cántaros, con lo que formaban las tejuelas, que limadas por sus cantos para evitar cortes, se colocaban entre los dedos y se percutían.


Sobre su antigüedad debemos fiarnos de Pólux quien afirma eran llamadas PHRYGINDA por los griegos y se trataba de entreponer en los dedos de la mano izquierda tejuelas partidas y herirlas con la mano derecha a compás.

Llámense PHRYGINDAS por Pólux o LEPADAS por Ateneo, como afirma Rodrigo Caro, debemos hacer mención del estrato social que las utilizaba y quien mejor que Miguel de Cervantes, como mencionábamos anteriormente, para su comentario.



LAS TEJOLETAS EN LA OBRA DE CERVANTES

En 1.613 Cervantes publica doce novelas que forman un solo tomo dedicado al Conde de Lemos. Si en la mayoría hace referencias más o menos extensas de instrumentos musicales, será en “Rinconete y Cortadillo” y “El coloquio de los perros” donde menciona el instrumento que hoy nos ocupa.
En la primera, la acción se desarrolla en el patio de Monipodio, representado como punto de reunión de ladrones, mendigos, falsos mutilados, supuestos estudiantes y prostitutas, que debían pagar un “impuesto de circulación” –si los finos me permiten el término- para ejercer su profesión con tranquilidad. Las tejoletas fabricadas por Monipodio, así como su uso, no merece más comentario que la descripta por su autor:

“A todo esto dijo Monipodio:
- Todos voacedes han hablado como buenos amigos, y como tales amigos, se den las manos de amigos.
Diéronselas luego, y Escalanta, quitándose un chapín, comenzó a tañer en él como en un pandero; la Galanciosa tomó una escoba de palma, nueva, que allí se halló acaso, y rascándola, hizo un son que, aunque ronco y áspero, se concertaba con el del chapín. Monipodio rompió un plato, y hizo dos tejoletas, que, puestas entre los dedos y repicadas con gran ligereza, llevaba el contrapunto al chapín y la escoba.”

Rodríguez de Guzmán, Manuel.Rinconete y Cortadillo. 1858. Fragmento.

Nos llama la atención el uso de ciertos objetos, a los que no osamos llamar instrumentos musicales por que no era este el fin de su fabricación y su uso como acompañamiento musical es casual, como son el chapín o chanclo de corcho que está forrado de cordobán y la escoba de la que se espantan Rinconete y Cortadillo por no haberla visto nunca.
“-¿Admíranse de la escoba?. Pues bien hacen, pues música más presta y más sin pesadumbre ni más barata, no se ha inventado en el mundo;” …… “ tan mañera de tocar, tan si n trastes, clavijas ni cuerdas, y tan sin necesidad de templarse; a un voto a tal que la inventó un galán desta ciudad, que se pica de ser un Hector en la música.”
D. Miguel Querol Gavaldá [ La musica..; 1.945, pags. 163-164 ] equipara el son de las palmas de la escoba al de instrumentos como el pandero, las castañuelas, etc., y aventura que el galán que la inventó fuese alguien que estuvo en las colonias americanas y aprendió de los negros esta manera de acompañar; confirmando el hecho de que la Chacona se acompaña a veces con jarros y escobas.


BERGANZA O LA DESILUSIÓN DE LA ARCADIA FELIZ


Veamos que nos cuenta Berganza en “El coloquio de los perros” de sus correrías como perro de pastores:

“Digo que todos los pensamientos que he dicho, y muchos más, me causaron ver los diferentes tratos y ejercicios que mis pastores y todos los demás de aquella marina tenían de aquellos que había oído leer que tenían los pastores de los libros; porque si los míos cantaban no eran canciones acordadas y bien compuestas, sino un 
Cata el lobo do va, Juanita,
Y otras cosas semejantes; y esto. No al son de churumbelas, rabeles o gaitas, sino al que hacia el dar un cayado con otro, o al de algunas tejuelas puestas entre los dedos….”.

Sigue describiendo las diferencias entre lo oído a su antiguo amo cuando leía a su amada novelas pastoriles de moda en la época, donde se sublima la belleza y encanto de la vida entre los cuidadores de ganado lanar y sigue Berganza:
“que todos aquellos libros son cosas soñadas y bien escritas para entretenimiento de los ociosos, y no verdad alguna”.


CONCLUSIÓN

Son, pues, las Tejoletas trozos de teja u otro material similar, que se percutía colocándolas entre los dedos de las mano y utilizadas, por instrumento barato, entre las capas bajas de la sociedad; y aun cuando lo pusiéramos en duda Rodrigo Caro ( días geniales…; t.II,pag 77) nos dice:

“Tocaban las mujeres públicas de Roma Tejoletas como ahora dan con una cañuela en la silleta, haciendo un sonecillo.” Su uso derivó, como ocurriese con otros instrumentos populares, en juego infantil o fue borrado de la memoria popular.

Dejaremos para otra ocasión las referencias que hacen otros autores en sus obras, sirvan estas de anticipo.



Daniel Fernando Sánchez Polo
Publicado en diciembre de 1982
En La Nueva España de Oviedo.







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