jueves, 4 de septiembre de 2025

Castañuelas entre dedos. digitorum crepitus.

 

"la historia de cómo un simple chasquido de dedos pudo transformarse en un emblema cultural que aún hoy resuena en escenarios y plazas."


El Códice de Trajes de la Biblioteca Nacional de España, realizado entre 1546 y 1547, no es únicamente un compendio de indumentarias: es un auténtico atlas etnográfico que inmortaliza con precisión las escenas cotidianas, rituales y festivas de los distintos territorios bajo el reinado de Carlos V —España, Portugal, los Países Bajos, Prusia, sin olvidar los ecos de América y África—. En total, 125 escenas, cada una vibrante de vida y detalle.



Una de estas escenas destaca por su sencillez y al mismo tiempo por su riqueza evocadora. Tres mujeres participan en una danza popular: una sostiene un pandero cuadrado, cuya percusión grave y puntual marca el pulso del baile, mientras las otras dos, con los dedos extendidos y tensos, ejecutan el gesto de hacer castañetas con los dedos. Es decir, generan ritmos chasqueantes mediante el roce rápido entre el dedo medio (o anular) y el pulgar.

Este recurso —modesto en apariencia, pero cargado de expresividad— dialoga con fuentes lexicográficas e históricas:

Según el Diccionario Histórico de la RAE, desde finales del siglo XV se documenta el término con esa doble connotación: tanto como instrumento como por la simple acción de chasquear los dedos:

“Castañuelas entre dedos. digitorum crepitus” (c. 1494) 
Nebrija, A. Vocabulario

También en 1609: “castañétas, o castañuélas éntre dédos, […] son qui se fait avec le poulce & le doigt du milieu” 
Vittori, G. Tesoro lenguas francesa italiana española

En 2014, el Diccionario histórico vuelve a definir castañetear como: Chasquear [los dedos] uniendo la yema del dedo medio o anular con la del pulgar, haciéndola resbalar con rapidez para que choque en el pulpejo.” 
Real Academia Española

Estos testimonios confirman que, en el siglo XVI, el gesto corporal creador de ritmo era a menudo tan valorado como el uso de instrumentos pequeños como el pandero. Las castañetas manuales eran expresiones plásticas, sonoras y festivas que transformaban el cuerpo en parte del instrumento.

La escena del códice revela así una cultura musical plenamente vivida: no era el músico pasivo, sino la comunidad en su conjunto la que construía la música, usando lo que tenían a mano —un pandero, los dedos, las voces, el movimiento— para tejer una experiencia colectiva de ritmo y celebración.

El gesto de hacer castañetas con los dedos no desapareció con la llegada de instrumentos más sofisticados; al contrario, fue el punto de partida de una evolución. Las fuentes lexicográficas y literarias del Siglo de Oro dejan entrever que, hacia mediados del XVI, convivían distintas formas de percusión ligera: el chasquido de los dedos, las tablillas o huesecillos y los primeros ejemplares de castañuelas de madera, aún rudimentarios.

Autores como Cervantes o Quevedo mencionan la música popular de la zarabanda, la chacona o las seguidillas, bailes que se extendieron por toda Europa y que a menudo se acompañaban de este tipo de percusión corporal. En un testimonio recogido por Covarrubias (1611), se define la zarabanda como un baile lascivo y bullicioso, acompañado de “cantares y meneos”, donde las castañetas de dedos servían para acentuar los pasos. La chacona, por su parte, se convirtió en un emblema sonoro del compás marcado no solo por guitarras y panderos, sino también por los dedos que sonaban como pequeñas tablillas humanas.

Con el tiempo, ese recurso corporal se trasladó al objeto: las castañuelas de madera tomaron el nombre y la función de las “castañetas de dedos”. Ya en el siglo XVII y sobre todo en el XVIII se convirtieron en un símbolo inseparable del baile español, elevadas en los salones cortesanos y en la escena teatral. El tránsito es significativo: de un gesto corporal mínimo surgió un instrumento que acabaría representando a todo un país en la iconografía internacional.

El Códice de Trajes, en la escena de las mujeres danzando con pandero y castañetas manuales, nos muestra esa encrucijada. Allí, en los pliegues de los vestidos y en la tensión de las manos, palpita la semilla de lo que después sería el rasgo más reconocible de la danza española. No se trata solo de indumentaria o de coreografía, sino de la historia de cómo un simple chasquido de dedos pudo transformarse en un emblema cultural que aún hoy resuena en escenarios y plazas.








EL MUNDO DE LAS CASTAÑUELAS

Las entradas de este Blog provienen de una antigua página publicada en internet en los años 90. En principio se pretende publicar los conte...