martes, 23 de diciembre de 2025

1850-56. Italienska dansare.

 
1850-56
Italienska dansare
Lindegren, Amalia
53 x 57 cm






Pintura titulada Italian dancers (Italienska dansare) atribuida a Amalia Lindegren, datada aproximadamente entre 1850 y 1856, y con las medidas 53 × 57 cm. La obra está catalogada en Wikimedia Commons como un óleo sobre lienzo realizado por Lindegren durante sus años de estudio y viaje por Europa. 

La autora, Amalia Euphrosyne Lindegren (1814–1891), fue una pintora sueca del siglo XIX, muy conocida por sus retratos y escenas de género —es decir, pinturas que representan escenas de la vida cotidiana— y fue también la primera mujer sueca en recibir una beca para estudiar arte en el extranjero. 

Entre 1850 y 1856, Lindegren vivió un periodo de formación y viaje que marcó profundamente su producción artística. En 1850 obtuvo una beca de la Real Academia Sueca de Bellas Artes, lo que le permitió estudiar en París, en talleres como los de Léon Cogniet y Jean-Baptiste-Ange Tissier, así como formarse en la Academia de Düsseldorf, visitar Munich y pasar una temporada en Roma en 1854-1855.

El cuadro Danza italiana encaja en ese contexto: es el tipo de escena popular que artistas de la época pintaban durante sus viajes —una escena de género idealizada que probablemente refleja la fascinación romántica del norte de Europa por la vida «pueblerina» o costumbrista italiana. Pintores escandinavos y alemanes que viajaban a Italia frecuentemente representaron bailarines, músicos o figuras con vestimenta tradicional en paisajes abiertos o plazas, como documentación o evocación de la «autenticidad» rural italiana, un motivo favorecido por los mercados del arte parisino y alemán de mediados del XIX. 


En la obra Danza italiana la presencia de las castañuelas, aunque discreta, resulta significativa desde el punto de vista iconográfico y etnográfico. El bailarín masculino, representado en pleno movimiento, sostiene claramente un par de castañuelas en la mano alzada, convertidas en un elemento activo de la acción danzada y no en un mero atributo decorativo. No se trata de un detalle anecdótico: la posición elevada del brazo y la tensión del gesto sugieren el instante sonoro del golpeo, integrando el instrumento en la coreografía misma de la escena.

Este recurso conecta la pintura con una tradición visual europea muy consolidada en el siglo XIX, en la que las castañuelas funcionan como marcador identitario de las danzas del sur de Europa, especialmente las italianas y españolas, percibidas desde el norte como expresiones populares, rítmicas y espontáneas. En ese contexto romántico y costumbrista, el instrumento no solo indica música y movimiento, sino también carácter, ritmo corporal y pertenencia cultural.

En el periodo en que Lindegren realiza esta obra, aproximadamente entre 1850 y 1856, las castañuelas aparecen con frecuencia en escenas de género ambientadas en Italia, asociadas tanto a bailes campesinos como a representaciones idealizadas de lo popular. Su inclusión refuerza la lectura de la escena como una danza viva, ejecutada al aire libre, en la que el sonido —aunque invisible— se sugiere mediante el gesto preciso del intérprete.

Tras estos viajes, Lindegren regresó a Suecia en 1856, se estableció como reconocida retratista y fue elegida miembro de la Real Academia Sueca de Bellas Artes. Sus obras se expondrían luego en importantes muestras internacionales y varias llegaron a collections públicas, especialmente en el Nationalmuseum de Estocolmo. 







EL MUNDO DE LAS CASTAÑUELAS

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