Una aproximación sencilla
La presencia española en Filipinas desde 1565 dejó una huella profunda en su cultura, especialmente en la música y la danza. A través de celebraciones religiosas, fiestas y el teatro popular, se introdujeron géneros como la jota, el fandango o el zapateado, junto a instrumentos como las castañuelas, que poco a poco fueron adaptándose al gusto y materiales locales.
En Filipinas encontramos dos tipos principales de instrumentos de entrechoque relacionados con las castañuelas españolas. Por un lado, las castañetas de madera, similares en forma y técnica a las ibéricas, utilizadas sobre todo en danzas derivadas de la tradición hispánica como distintas variantes de la jota filipina. Por otro lado, el kalaste, un instrumento hecho de láminas de bambú que se golpean con los dedos y el pulgar, sencillo en su construcción pero muy expresivo en su uso.
También existe una versión escolar de kalaste: un trozo de bambú abierto y sujetado a la mano con gomas, que facilita a niños y principiantes aprender el ritmo del entrechoque de manera fácil.
Las castañetas se usan sobre todo en jotas filipinas como la Jota Moncadeña, Jota Manileña o Jota Cagayana, donde acompañan los movimientos de baile y refuerzan el ritmo con su repiqueteo. En ocasiones, las castañuelas tradicionales fueron sustituidas por cucharas, abanicos o incluso chasquidos de dedos, mostrando la creatividad local.
El kalaste, en cambio, tiene un fuerte vínculo ritual. Su uso es característico en el Subli, una danza devocional de la provincia de Batangas, donde los hombres tocan las kalaste mientras realizan movimientos reverentes hacia el Santo Cristo de Bauan, y las mujeres acompañan con giros suaves. Además, en tiempos recientes, el kalaste también se ha integrado en escuelas y festivales como símbolo del folclore filipino.
Desde el punto de vista organológico, la convivencia de castañetas y kalaste demuestra cómo una cultura puede adaptar instrumentos a sus recursos y valores. Mientras las castañetas evocan los salones coloniales y la influencia europea, el kalaste conecta con la vida rural, el rito religioso y la enseñanza popular.
En definitiva, ambos instrumentos, cada uno a su manera, mantienen viva la memoria de la historia compartida entre España y Filipinas, transformándola en expresiones culturales propias.
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