El
bailarín de los zares.
Al registrar composiciones originales en
disco, contribuyó a consolidar la consideración de las castañuelas como voz
musical independiente dentro del panorama concertístico.
Bailarín, coreógrafo y concertista de castañuelas.
Nacido en Valencia el 2 de agosto de 1871, en el seno de una familia dedicada a la manufactura del cáñamo, Francisco Miralles inició desde muy joven su formación en la danza tradicional valenciana con Ramón Porta Ricart. Posteriormente amplió estudios con José Martí y, de manera decisiva, con Vicente Moreno —bailarín y maestro de ópera—, cuya enseñanza le proporcionó una sólida base tanto en danza clásica como en danza española.
Sus primeras apariciones profesionales tuvieron lugar en teatros valencianos y en espacios festivos de carácter popular: participó en fiestas de barrio, ferias y bailes tradicionales. Integró asimismo un conjunto folclórico que actuó ante la reina María Cristina durante una visita oficial, cuando Miralles contaba apenas dieciséis años.
Trasladado a Málaga, actuó en el Café de España junto a la bailarina Cándida Espinosa Conde, con quien contrajo matrimonio en 1897. Pasó después por Barcelona y, en 1898, inició su proyección internacional tras ser contratado por agentes franceses. Establecido en París, desarrolló desde allí una intensa carrera que lo llevó a actuar en Francia, Rusia, América, África y diversos países europeos. Su estancia en el entorno del Ballet Imperial y sus actuaciones ante la corte rusa le valieron el apelativo de «el bailarín de los zares». En la capital francesa ejerció también como maestro de danza clásica y danza española, impartiendo clases a bailarines de la Ópera de París en la escuela de Gustave Ricaux.
Entre sus discípulas se cuentan figuras destacadas como Mariemma, Manuela del Río y Nana de Herrera. Entre 1927 y 1930 fue además profesor de Anaïs Nin, quien dejó constancia de ello en sus diarios. Se estima que transmitió a su alumnado más de doscientas cincuenta coreografías, recogidas en un cuaderno personal que abarcaba desde danzas tradicionales valencianas hasta piezas concebidas para los escenarios europeos.
Relación con las
castañuelas
Miralles destacó asimismo como concertista de castañuelas. Grabó varias obras propias para el sello Aerophone, situándose así en el ámbito de la interpretación instrumental autónoma y no únicamente como acompañamiento del baile. En un momento en que las castañuelas —y, en general, la percusión manual— no gozaban aún de un reconocimiento pleno como instrumento solista, su aportación posee un valor particular: al registrar composiciones originales en disco, contribuyó a consolidar la consideración de las castañuelas como voz musical independiente dentro del panorama concertístico.


