LAS TARRAÑUELAS. Un instrumento olvidado.



LAS TARRAÑUELAS. 

UN INSTRUMENTO OLVIDADO


Daniel S. Polo
Publicado originalmente en Octubre de 1982 
en el diario La Nueva España de Oviedo


LOS NIÑOS ASTURIANOS LAS UTILIZABAN EN LAS FIESTAS NAVIDEÑAS.

Al referirnos hoy al instrumento que nos entretiene se ha planteado un problema de denominación, bastante corriente al tratar toda clase de instrumentos músicos populares.

Lo que denominamos tarrañuelas, son conocidas por otros nombres como Pitos o Castañuelas y se desecharon estos últimos, no porque sean menos utilizados, sino porque nos inclinan hacia una imagen mental de otros instrumentos musicales más usuales en la actualidad. Del mismo modo, se confunden las Tarrañuelas con otros instrumentos de características similares como son las Tejoletas de las que hablaremos en otro momento.



SU CONSTRUCCIÓN


Son las Tarrañuelas un instrumento musical de percusión que consta de dos tablitas de madera de poco grosor y dura, de unos quince centímetros de largo, más estrechas por su extremo superior.
Se colocaban las dos piezas en la mano separándolas por el dedo corazón y se agitaban para percutirlas.

Su forma variaba dependiendo del ingenio popular y del arte del constructor y había quién les daba forma redondeada o las quemaba con un gancho de cocina al rojo para endurecer la madera y decorarlas. Más tarde comenzaron a aplicarles unas chapitas de botella en la parte inferior para conseguir un sonido metálico.

Cayeron en desuso, fueron olvidadas, y con el paso del tiempo se convirtieron en crepitáculo infantil y de comparsa de “antroxu”.



UN AGUINALDO SONORO

Con Tarrañuelas en la mano, panderetas, ollas y un sin fin de instrumentos caseros, pues todo servía si hacía mucho ruido, salían las pandillas de niños a exigir, más que a pedir, el Aguinaldo en las fiestas navideñas.
Se reunían los amigos, se distribuían los trabajos y marchaban con la pandorga en busca de vecinos generosos reconocedores de su arte. Se acercaban a una casa y gritaban: “Señora, ¿le cantamos el aguinaldo?.
La aludida abría la puerta y con paciencia, alegría o resignación escuchaba los versos y canciones acompañadas por el estridente ruido.
Una vez que habían acabado les obsequiaba con comida, dulces o algunas monedas que iban guardando celosamente para su posterior repartición.



Los chavales, felices, corrían hacia la casa de un nuevo vecino para llegar antes que algún otro posible grupo oponente que pudiese marchar con la mejor parte. De nuevo se acercaban a la puerta, llamaban y repetían:
“Señora, ¿le cantamos el aguinaldo?”
La señora salía, miraba, decía algo entre dientes y cerraba la puerta.
“Señora, - repetían impertérritos los niños elevando un poco el tono de su voz- le cantamos el aguinaldo?”
Esta vez la respuesta no se hacía esperar y los gritos, ademanes, gestos y amenazas hacían correr de espanto a la pandilla en todas las direcciones casi dejando atrás todos sus “tesoros”.

Al momento se reagrupaban y cerca de la casa, pero a una distancia prudente comenzaban a gritar:


“Ahí arriba, más arriba
había un perro cagando,
pa los amos d´esta casa,
que no nos dan aguinaldo.*


Después de haber limpiado su honor, dejando clara la posible venganza para el siguiente vecino se marchaban volviendo a la singular música que acompañaban cantando:


“Venid pastorcillos,
venid a adorar.
Al rey de los cielos
Que ha nacido ya.”*



*recitados por Jesusa de Gijón autora también de las tarrañuelas dibujadas.



Para saber más: LAS TEJOLETAS. Un instrumento villano.




EL MUNDO DE LAS CASTAÑUELAS

Las entradas de este Blog provienen de una antigua página publicada en internet en los años 90. En principio se pretende publicar los conte...