Las postizas son un instrumento de percusión de la
familia de los idiófonos de entrechoque, conocido principalmente en la Huerta
de Murcia, aunque con ecos en otras regiones como La Mancha. Se trata, en
esencia, de lo que hoy denominamos castañuelas, aunque el término
“postiza” tiene una trayectoria léxica y cultural que lo distingue y le
confiere un fuerte carácter identitario.
Definición histórica y evolución léxica
Los diccionarios académicos de los siglos XVIII y XIX
registraban “postiza” como sinónimo de castañuela, precisando que se trataba de
las más finas y pequeñas respecto a las regulares (RAE 1803, 1817). En
el habla popular, sin embargo, la palabra adquirió matices locales: en Castilla
La Mancha y Murcia se decía “postizas” en lugar de castañuelas, y con ese
nombre pasaron a la literatura, el teatro y la poesía popular. Así lo recoge
Richard Ford en su Handbook for Travellers in Spain (1845), al señalar
que en Andalucía se llamaban “castañuelas” o “palillos”, y en Castilla, a
veces, “postizas”:
“No
people play more or better on the castanets than the Andalucians. There are
many names for them. Castañuelas, palillos, and sometimes in Castile postizas;
the very urchins in the street begin to learn by snapping their fingers, or
clicking together two shells or bits of slate, to which they dance.”
Con el paso del tiempo, la lexicografía académica fue
arrinconando este uso, manteniendo “castañuelas” como término general. Sin
embargo, en Murcia y su entorno la voz postizas
se mantuvo viva hasta bien entrado el siglo XX, vinculada a la práctica
festiva, las rondas y los bailes de la huerta.
Ámbito territorial
El núcleo principal de uso documentado es la Región de
Murcia, donde aparecen continuamente en fuentes del siglo XIX y XX:
romerías, rondas de mozos, ferias, bailes en las plazas. Textos de prensa
murciana de la época aluden a su venta en ferias, al repique de las huertanas
durante parrandas o malagueñas, e incluso a la costumbre de “encintar las
postizas” para adornarlas en fiestas patronales. En La Mancha, también figuran
en coplas de seguidillas manchegas, donde se cantaba que para bailar era
imprescindible:
“una buena guitarra y unas postizas”.
Formas y materiales
Las postizas han tenido variantes morfológicas.
Tradicionalmente se fabricaban más pequeñas que las castañuelas actuales, con
formas que evocaban un corazón estilizado. Eran objeto de adorno, con cintas
de colores, y se elaboraban en diversas maderas, siendo especialmente apreciadas
las de jinjolero (azufaifo), material muy común en la huerta murciana
por su dureza y sonoridad. Su carácter ornamental se integraba con el vestuario
festivo, reforzando la idea de que no eran un mero instrumento musical, sino
parte del “atrezzo” identitario de la moza huertana.
Función en la danza
El repertorio donde aparecen las postizas es principalmente
el de los bailes populares murcianos, como la parranda y la malagueña,
pero también en seguidillas manchegas y jotas. Los cronistas del XIX destacan
la habilidad generalizada de las jóvenes para hacerlas repicar con gracia,
marcando el compás con finura rítmica y acompañando los giros y mudanzas de las
parejas. Su sonido agudo y brillante no era secundario: dominaba sobre
guitarras y panderetas, aportando vivacidad y carácter festivo.
En la memoria literaria y popular, las postizas aparecen
constantemente asociadas al cortejo, al encuentro entre mozos y mozas, y a la
alegría de la fiesta campesina. Poetas como Vicente Medina evocan su repiqueteo
como un lenguaje que “habla”, metáfora del diálogo amoroso y lúdico entre
bailarines:
“y qué gusto de mudanzas!
qué bracitos y qué cuerpo,
cuando se mimbrea y salta!
y qué manejo de postizas
con repiqueteos que hablan! . .”
Vigencia y rescate
Hoy, el término “postizas” ha quedado en gran medida relegado a la tradición oral, los cancioneros y la investigación etnográfica, aunque todavía se conserva en la conciencia regional como marca de identidad cultural. En los estudios de folklore murciano, como los de Tomás García Martínez o Miguel Ángel Montesinos, e iniciativas como las de Carmen María Martínez Salazar, entre otros, se reivindica su papel como emblema de la música tradicional huertana, en paralelo a la evolución de las castañuelas en el ámbito nacional.
Bibliografía referenciada:
Richard Ford, A Handbook for Travellers in Spain
(1845).
Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana
(ediciones 1803, 1817).
Vicente Medina, Aires murcianos (1891).
Tomás García Martínez, “Instrumentos tradicionales en la
huerta murciana”, Revista de folklore nº 264.
Miguel Ángel Montesinos, “Las postizas en la región de
Murcia”, Revista de folklore.
María del Carmen Ibáñez Ibáñez, Cancionero de la
provincia de Albacete (1967).