viernes, 11 de abril de 2025

Cintas y cordones en las castañuelas III. Ejemplos literarios.

 
“A las CASTAÑUELAS  no corresponde otro que atárselas al dedo, hincando bien el diente a los cordones para apretar el pasador y ponerse a tocarlas, sin reparar en pelillos, aun que sí en palillos”.  Asenjo Barbieri. Las Castañuelas. 1898.


 
La presencia de cordones y cintas en las castañuelas ha sido constante desde sus primeras menciones literarias hasta su consolidación como elemento definitorio del instrumento en los tratados lexicográficos y observaciones etnográficas. Lejos de ser un mero aditamento, estos elementos constituyen una parte esencial tanto en su función mecánica como en su significación estética y social.
 
En 1582, Luis Gálvez de Montalvo alude en El pastor de Fílida a unas “castañetas de ébano con cordones de seda”¹, donde el contraste entre el ébano y la seda enfatiza el refinamiento del instrumento, probablemente concebido como objeto de valor dentro de un contexto pastoril idealizado.
 
“Puso por precio una bolsa de lana parda con cerraderos verdes, y contra ella señaló Sileno unas castañetas de ébano con cordones de seda; luego al son de la bocina de Arsindo y de un atabal de dos corchos, que Piron tañía, tomaron lanzas, y á las dos que corrieron no hubo ventaja,…”
 
Esta línea será continuada pocos años después por Cervantes en La Galatea (1585), al describir cómo los jóvenes adornan sus castañetas con “coloradas cintas” para los bailes². La imagen evoca la dimensión decorativa del instrumento y su papel como atributo galante, ligado a la puesta en escena del cortejo y del espectáculo comunitario.
 
“y cuál con su tamborino y flauta les daba la madrugada; acullá se oía la regocijada gaita; acá sonaba el acordado rabel; allí, el antiguo salterio; aquí, los cursados albogues; quién con coloradas cintas adornaba sus castañetas para los esperados bailes; quién pulía y repulía sus rústicos aderezos para mostrarse galán a los ojos de alguna su querida pastorcilla: de modo que por cualquier parte de la aldea que se fuese, todo sabía a contento, placer y fiesta”.
 
La fórmula “castañuelas guarnecidas con su cordón”, presente en las Letrillas atribuidas a Góngora (ca. 1589–1650)³ y en los Tonos castellanos B (ca. 1610–1620)⁴, refuerza esta relación entre el instrumento y su ornamento, especialmente en el contexto de la danza colectiva. La expresión “guarnecidas” sugiere que el cordón forma parte del acabado artesanal, del mismo modo que una joya se engarza o una prenda se ribetea, subrayando el carácter personalizado y valioso del instrumento.
 
“Bailad en el corro, mozuelas,
pues os hace la gaita el son,
que yo os mando unas castañuelas
guarnecidas con su cordón
guarnecidas con su cordón.”
 
La primera edición del Diccionario de la lengua castellana (1780) introduce una descripción más técnica, en la que el cordón (o cinta) ya no es solo adorno, sino pieza imprescindible del mecanismo funcional: “se unen con una cinta, ó cordon que pasa por dos agujeros, […] átase uno al dedo pulgar de cada mano”⁵. Esta explicación convierte al cordón en un elemento organológico propiamente dicho, sin el cual la castañuela no puede ser ejecutada.
 
“CASTAÑUELA. s. f. Instrumento pequeño que comunmente se hace de la manera del nogal, ó castaño, y algunas veces de marfil, el qual se compone de dos mitades cóncavas, que juntas forman la figura de una castaña, y se unen con una cinta, ó cordon que pasa por dos agujeros, que por la parte superior tiene cada mitad. Átase uno al dedo pulgar de cada mano, y dando contra la palmade ella, ó apretando el dedo de en medio contra el pulgar hacie cierto sonido, que sirve para acompañar el tañido de algun bayle español. Crotalum ligneum.”
 
A lo largo del siglo XIX, las fuentes etnográficas evidencian la permanencia de la cinta como elemento de adorno en las celebraciones populares. En el folclore gallego, una copla recogida en el Instituto de Música y Literatura Tradicional Gallega refiere unas “castañetas de buxo, / cintas de seda”⁶, remarcando tanto el material noble como el carácter festivo del instrumento.
 
Castañetas de buxo,
cintas de seda,
para bailar no baile
da Ramalleda”

De modo paralelo, en el ámbito asturiano, Octavio Bellmunt y Fermín Canella observan cómo las mozas de Carballo, Fuentes o San Pedro de Arbas utilizan “castañuelas adornadas con cintas de vistosos colores” durante las ceremonias nupciales⁷, manifestando el papel simbólico del instrumento como parte del ritual de transición y celebración.
 
“En las de Carballo, Fuentes, Civea, San Julián y San Pedro de Arbas es diferente la fiesta de las bodas. Unas cuantas Mozas, de las más galanas de la redondada, cantan, al son de panderos y castañuelas adornadas con cintas de vistosos colores, complas (sic) de bienvenida y enhorabuena á la venturosa desposada, diciéndola ( no en el dialecto, que, á semejanza de otros concejos, no usan en los cantares) sabrosas estrofas del antiguo romancero, cuando sale de la casa paterna paa la del novio, futura morada de su felicidad ó desdicha:”
 
 
En un tono claramente satírico, la Crotalogía prescribe normas específicas para el uso de cintas y cordones, recomendando combinaciones cromáticas en función del tono de piel del intérprete y de sus otros adornos. El carácter jocoso del texto no impide deducir la importancia que este detalle visual tenía en la imagen pública del intérprete, especialmente en el entorno escénico y cortesano⁸.
 
“Canon IV. Las cintas ó cordones con que se atan á los dedos han de guardar la perfecta simetría, que está establecida por ley , en los adornos conocidos con el nombre de cabos. Sería un crimen de lesa Crotalogía el que un Baylarin , y mucho mas una Baylarina se presentase en una Sala con unas Castañuelas atadas con cintas del color de los zapatos , ó de las cofias , garvines , redes , redecillas , albanegas ó catafalcos : que todos estos nombres tiene una misma cosa , que sirve para recoger el pelo.
Excepcion. Los cordones de plata y oro dicen bien con todos los colores, y con todas las Castañuelas”
 
 
En conjunto, estas fuentes permiten sostener que los cordones y cintas han tenido históricamente un doble papel: como elementos necesarios para la correcta ejecución del instrumento y como vehículo expresivo de gusto, identidad y estatus. Su persistencia en los repertorios tradicionales hasta el presente confirma que, incluso en los elementos más discretos del instrumento, se manifiesta una profunda interacción entre técnica, estética y cultura.
 
 


Notas

  1. Luis Gálvez de Montalvo, El pastor de Fílida (Lisboa, 1582).
  2. Miguel de Cervantes, La Galatea (Alcalá de Henares, 1585).
  3. Letrilla popular atribuida a Luis de Góngora, ca. 1589–1650.
  4. “Tonos castellanos B”, ms. 860, Biblioteca Bartolomé March, ca. 1610–1620.
  5. Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, 1.ª ed. (Madrid: Imprenta Real, 1780).
  6. Instituto de Música e Literatura Tradicional Galega, copla n.º 133 (s. a.).
  7. Octavio Bellmunt y Fermín Canella y Secades, Asturias, tomo II (Oviedo: Imprenta La Cruz, 1897).

8.      Juan Fernández de Rojas, Crotalogía o Ciencia de las Castañuelas: instrucción científica del modo de tocar las castañuelas para baylar el bolero…, parte primera (Madrid: Imprenta Real, 1792).

















EL MUNDO DE LAS CASTAÑUELAS

Las entradas de este Blog provienen de una antigua página publicada en internet en los años 90. En principio se pretende publicar los conte...