FRAILE GIL, JOSÉ MANUEL
El pandero cuadrado en el Rebollar salmantino.
En Salamanca. Revista de estudios. nº 51
Ediciones de la diputación de Salamanca, 2004
Las estrofas que siguen conforman una canción satírica sobre la muerte, cuyo aire burlesco refuerza el estribillo que confunde el celemín –la más pequeña medida de capacidad– con la tórdiga o tira de piel en que se dividía el pellejo de un animal mayor para sacar de él las albarcas, antes de que éstas se hicieran con pedazos de neumático:
me las tengo de llevar,
castañuelas y pandero,
y la caña de pescar.
(Y) ¡Oh, qué celemín de albarca!
¡Oh, qué tórdiga de sal!
¡Oh, qué bueno, bueno, bueno!
¡Oh, qué bueno, bueno, va!
Si te mueres tú delante
las has de llevar también,
castañuelas y pandero
y las tocaremos bien.
(Y) ¡Oh, qué celemín de albarca!...11.
Y es que, según nuestra informante: “Cuando aquí mos moceábamos no había más que el tamboril, el pandero y las castañuelas para bailal”.
11 Cantadas por María Antonia Ovejero García, nacida en Robleda en 1902 y entrevistada por Gustavo Cotera y por el que esto firma el día 1 de septiembre de 1987.
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Resulta curioso que siendo como era local y artesana la fabricación del pandero y la porra, se cantara mucho una copla que menciona al mercado de Fuenteguinaldo (Salamanca) como el lugar donde se vendían estos instrumentos, claro que algo semejante acaece con otro estribillo que habla de las castañuelas y que veremos en su lugar:
Este pandero que toco
me costó quince y l’agarrá
y este que tengo en la mano
en la feria de Guinaldo.
Y ya que hemos sacado a colación a las castañuelas, algo diremos de ellas. Como en gran parte de Salamanca eran atributo de los varones. Y es que el leve braceo de ida y venida que las sayas llevaban en el reposado meneo del baile, se opone a la recia quietud de los brazos velludos que también, en un toque muy propio de El Rebollar, repicaban a veces las castañuelas colocando las dos manos de frente y pegadas al pecho. Lástima que –en aras de una mal entendida redistribución de los papeles que la tradición había ido repartiendo en el decurso de los siglos– hoy las mujeres hayan perdido al bailar en muchos lugares esa desmadejada elegancia de los brazos.
Las castañuelas de esta zona son lanceoladas, por llamarlas de alguna forma; diríanse dos pequeñas ánforas que en su interior presentan una oquedad en cada valva, a fin de que restallen en un sonido entre metálico y cristalino. Los hombres se las calzaban con pequeñas correíllas de cuero, cuyos nudos corredizos no osaban moverse mientras aprisionaban los gordezuelos dedos(15.) Aunque siempre fueron faena de los hábiles pastores no parece descabellado pensar que alguno llevase su producción a las ferias a fin de conseguir así un pequeño sobresueldo que ayudase a la subsistencia; sí sabemos que lo hacían con las cucharas y cucharones para menear la aceituna, con los husos y parajusus, y otros trebejos, ¿por qué no pensar que vendieran también su mercancía sonora? Y ahí va la seguidilla que anunciamos más arriba:
Toca las castañuelas
que se hagan rachas,
que ahora viene la feria
y valen baratas.
15 Los pares de castañuelas por mí consultados vienen a coincidir en sus medidas: 9,5 cm de arriba abajo y 5,5 cm de ancho