Con esto, dicho se está que la pradera de San Isidro se habrá visto cuajada naturalmente de gentes alegres y bulliciosas, y que habrán abundado en aquellos contornos los bailes y las meriendas, á los cuales suelen seguir siempre, como de reata, los excesos y las pendencias.
Como en la córte hay gentes de toda clase de gustos y medios para satisfacerlos, todos, porque en semejantes casos nunca fallan, las ménos aficionadas á la animación y el ruido eligieron los paseos de la Fuente Castellana, sentando sus reales en aquellos laberintos comunmente tan silenciosos, y ayer convertido en eco de cantares, más ó ménos libres, y del repique de las retrógradas castañuelas, á las cuales no han conseguido destruir todavía los progresos de la civilización.