La afirmación de que las
castañuelas tienen origen fenicio y fueron difundidas por esta civilización,
sin evidencia histórica o arqueológica que la respalde, puede relacionarse con
la “falacia ad populum”. Esta falacia ocurre cuando se asume que algo es
verdadero o válido simplemente porque muchas personas lo creen o lo repiten,
sin basarse en hechos o pruebas concretas.
En este caso, si la creencia
sobre el origen fenicio de las castañuelas se ha difundido ampliamente y es
aceptada por muchas personas sin cuestionarla, se estaría cayendo en la falacia
ad populum. Es decir, se estaría dando por válida una afirmación únicamente
porque es popular o ampliamente repetida, en lugar de porque exista evidencia
sólida que la respalde.
La historia y la arqueología
deben basarse en pruebas concretas, como hallazgos arqueológicos, documentos
históricos o estudios comparativos, no en creencias populares sin fundamento.
Falacia ad poulum
Una “falacia ad populum”, también
conocida como "apelación a la mayoría" o "argumento de
popularidad", es un tipo de falacia lógica en la que se defiende la
veracidad o validez de una afirmación basándose únicamente en que muchas
personas la creen o la apoyan, en lugar de presentar evidencia objetiva o
razonamiento sólido. En otras palabras, se asume que algo es verdadero o
correcto simplemente porque es popular o ampliamente aceptado.
En el caso de la creencia sin
fundamento de que las castañuelas tienen origen fenicio, si alguien argumenta que
"muchas personas lo creen, por lo tanto, debe ser cierto", estaría
cometiendo una falacia ad populum. La popularidad de la creencia no la
convierte en verdadera; se necesitaría evidencia histórica o arqueológica para
respaldar dicha afirmación.
Las
castañuelas fenicias
La creencia de que las
castañuelas tienen origen fenicio es una afirmación que carece de fundamentos
históricos o arqueológicos sólidos, pero puede rastrearse en algunas fuentes o
interpretaciones poco rigurosas.
Los fenicios fueron una civilización
marítima y comercial que se expandió por todo el Mediterráneo entre los siglos
XII y IV a.C. Establecieron colonias y rutas comerciales que facilitaron el
intercambio cultural entre diferentes pueblos, incluyendo a los íberos en la
Península Ibérica.
Debido a esta influencia, algunos
autores o teorías populares han atribuido a los fenicios la difusión de
diversos elementos culturales, incluyendo instrumentos musicales. Sin embargo,
no hay evidencia concreta que vincule directamente a los fenicios con las
castañuelas.
Es posible que la creencia surja
de una confusión con otros instrumentos de percusión o ritmo utilizados en el
Mediterráneo antiguo. Los fenicios, al igual que otras culturas de la región pudieron
haber usado instrumentos similares, pero esto no significa que hayan sido los
creadores o difusores de las castañuelas tal como las conocemos hoy.
En
ocasiones, se tiende a atribuir orígenes exóticos o antiguos a elementos
culturales para darles un aura de misterio o prestigio. La idea de que las
castañuelas tienen un origen fenicio y que se acepte sin reparo, puede ser
parte de esta tendencia a romantizar el pasado, especialmente en ausencia de
datos claros.
Desarrollo
de la teoría fenicia en escritos eruditos y no tanto.
La
teoría que vincula a las castañuelas con los fenicios aunque como veremos más
abajo, tiene un posible origen claro, no está bien documentada en los escritos
de estudiosos musicales serios. Sin embargo, es posible rastrear algunas
menciones o interpretaciones en textos antiguos o en obras de autores que, sin
base científica, han intentado establecer conexiones entre culturas antiguas y
elementos musicales.
Instrumentos similares a las
castañuelas, han existido desde la antigüedad en diversas culturas del
Mediterráneo. Sin embargo, no hay evidencia de que los fenicios usaran o
difundieran este instrumento. Las primeras menciones escritas sobre idiófonos
de entrechoque similares provienen de fuentes griegas y romanas, pero no se
relacionan directamente con los fenicios.
Durante los siglos XVIII y XIX, el
Romanticismo fomentó un interés por los orígenes exóticos y antiguos de las
tradiciones culturales. Pero en estos siglos no aparece mención alguna a este
posible origen.
La teoría del origen fenicio de las
castañuelas no ha sido respaldada por la arqueología ni por estudios
musicológicos serios. Las evidencias más antiguas de castañuelas provienen de
la Península Ibérica y no pasan del siglo XV.
Investigando las raíces de la controversia.
Hasta
casi mediados del siglo XX, los estudiosos de la época atribuían el origen de
las castañuelas a civilizaciones como la egipcia, la griega o la romana.
Algunos, más audaces, llegaron a sugerir que su nacimiento se remontaba a
cuevas prehistóricas o se "perdía en la oscuridad de los tiempos",
una expresión tan vaga como recurrente para evadir precisiones sobre el origen
de este instrumento, y de muchos otros.
Mediante un análisis retrospectivo y prospectivo de las referencias bibliográficas, llegamos a 1940, momento en el que comienzan a emerger indicios que sugieren el posible origen del problema.
Curt
Sachs, en su obra "The History of Musical Instruments" (1940),
parece ser el primer estudioso en sugerir un posible origen fenicio de las
castañuelas y lo ventila con apenas tres líneas:
“The chestnut castanet may have been Phoenician, since it was, and
still is, used by dancers of Andalusia, the Balearic Islands and southern Italy,
all of which were formerly Phoenician colonies”
Sin
embargo, su argumento se basa en una correlación geográfica y cultural débil,
más que en evidencia arqueológica o histórica sólida.[1]
Sachs señala que las “the chestnut castanet”, en su forma
similar a la moderna, podrían ser fenicias porque se usaban en regiones que
fueron antiguas colonias fenicias, como Andalucía, las Islas Baleares y el sur
de Italia. Este razonamiento es problemático y débil.
Primero,
falta de evidencia arqueológica. Sachs no presenta evidencia arqueológica
directa que vincule a los fenicios con las castañuelas. No hay hallazgos de
castañuelas en contextos fenicios, ni en sus colonias ni en su territorio
original (el actual Líbano y partes de Siria).
Correlación
no implica causalidad. Basa su argumento en que las castañuelas se usan en
regiones que fueron colonias fenicias, como Andalucía y el sur de Italia. Sin
embargo, esto no prueba que los fenicios las introdujeran. La presencia de un
instrumento en una región no necesariamente implica que fue traído por una
civilización anterior que la habitó.
Confusión
con otros instrumentos. Sachs menciona que las “castañuelas” egipcias y griegas
eran diferentes a las modernas, y que la forma similar a la castaña (de donde dice,
viene el nombre "castañuela") podría ser fenicia. Sin embargo, no hay
evidencia de que los fenicios usaran este tipo de instrumento. Es posible que
Sachs esté mezclando las castañuelas con otros instrumentos de percusión
utilizados en el Mediterráneo antiguo.
No cita fuentes primarias ni
hallazgos arqueológicos específicos que respalden su teoría. Su argumento
parece basarse en una interpretación especulativa de la distribución geográfica
del instrumento, más que en un análisis riguroso de evidencia histórica.
El
argumento de Curt Sachs sobre el origen fenicio de las castañuelas es débil y
se basa en una correlación geográfica y cultural insuficiente. No hay evidencia
arqueológica o histórica que respalde esta teoría.
Las “Castanets” para Curt Sachs.
Una vez metidos en materia, debemos
advertir que para Curt Sachs el término “castanets” es mucho más amplio que el
de castañuelas españolas. [2]
[1]
Aunque es en esta obra donde Curt Sachs menciona
de manera explícita el origen fenicio de las castañuelas, en una publicación
anterior, "World History of the
Dance" (1937), ya insinuaba una conexión entre el desarrollo del
fandango en España y una herencia cultural de dos mil años, la cual atribuía a
los fenicios. Sachs reconoce que el fandango, a pesar de tener raíces en las
tradiciones indígenas americanas, habría sido moldeado por una influencia
cultural antigua en suelo español, vinculada a la presencia fenicia. Sin
embargo, esta afirmación, como seguimos reiterando a través de todo este texto,
carece de un sustento empírico sólido, ya que no presenta evidencia
arqueológica, histórica o musicológica que respalde de manera concluyente dicha
influencia fenicia en la evolución del fandango o las castañuelas.
[2]
Sobre este tema ya habíamos advertido
anteriormente: “La mayoría de las
versiones en castellano actuales de los clásicos –salvo en ediciones académicas
muy cuidadas– suelen realizarse, no a partir de los originales, sino de las
traducciones inglesas de esos mismos clásicos. Pero también estos traductores
se encuentra con un instrumento musical apenas conocido y que no tiene
traducción por lo que se ve obligado a tomar dos caminos: o dejar el vocablo romano
que no significaría mucho a la mayoría de los lectores, ampliando su
significado con una llamada o nota; o actualizar el término a algún otro
instrumento actual. Los ingleses tienen un término muy recurrente para una
amplia familia de idiófonos: Castanet,
y que puede, dentro de un contexto general, adaptarse a las exigencias de la
traducción. El problema surge cuando nuestros traductores se encuentran con el
término y nuestro escabellum–castanet se convierte en castañuela. En castellano
el vocablo sugiere un tipo de instrumento muy particular
que poco tiene que ver con el original”. Daniel
S. Polo. -El Scabelum. Revista Domine cultural. Argentina. 2003
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En
su obra "The History of Musical Instruments" (1940), Curt
Sachs menciona varios tipos de castanets o instrumentos
similares en diferentes culturas, más allá de las castañuelas españolas. Observa
que estos instrumentos de percusión, que consisten en dos piezas que se golpean
entre sí para producir sonido, han existido en diversas formas y contextos a lo
largo de la historia.
Las
castañuelas egipcias “Egyptian castanets”.
Sachs describe dos formas de castañuelas en el antiguo Egipto: Primera forma: Tenía la forma de una
pequeña bota de madera, cortada por la mitad a lo largo y con una ranura en la
parte de la "pierna". La parte del "pie" servía como mango.
Segunda forma: Era más similar a
las castañuelas españolas modernas (“modern
Spanish castañuelas”), aunque menos plana y con una forma que recordaba a
una castaña (de ahí, según él, el nombre "castañuela").
Sin
embargo, Sachs señala que estas castañuelas no eran propiamente egipcias, ya
que no aparecen en obras de arte egipcias y los ejemplares conservados
provienen de tumbas cristianas, lo que sugiere que su uso podría ser posterior.
Las
“castañuelas” griegas. Sachs menciona que las mejores castañuelas de la
antigüedad eran las griegas. Estas aparecen representadas en vasos helénicos,
especialmente en manos de bailarines dionisíacos (asociados al culto a
Dionisio, dios del vino y la fertilidad).
Las “castañuelas” griegas eran
utilizadas en contextos rituales y festivos, y su diseño probablemente influyó
en otros instrumentos similares en el Mediterráneo.
Címbalos-castañuelas: Sachs
menciona un instrumento híbrido que combina características de címbalos y
castañuelas. Estos instrumentos, que se encuentran en algunas culturas
antiguas, consisten en pequeños címbalos unidos a un mango, que se golpean
entre sí de manera similar a las castañuelas. En el caso de Egipto, Sachs
describe címbalos pequeños (de 2 a 3 pulgadas de diámetro) que podrían haber
sido tocados como castañuelas, sostenidos entre el pulgar y el dedo medio.
Címbalos sobre badajos (clappers): Sachs también menciona un instrumento peculiar que combina címbalos con un badajo de bambú. Este instrumento, que se encuentra en culturas como la birmana, consiste en un trozo de bambú cortado por la mitad, con címbalos pequeños fijados en el interior. Al agitar el mango, las dos mitades del bambú chocan entre sí,
Concluyendo. Curt Sachs observa varios tipos de “castañuelas” o instrumentos similares en diferentes culturas, incluyendo las egipcias, griegas y una hipotética forma fenicia. Sin embargo, su descripción de estos instrumentos se basa en gran medida en interpretaciones de representaciones artísticas y hallazgos arqueológicos, y en algunos casos (como el origen fenicio) carece de evidencia sólida. Las castañuelas españolas modernas, con su forma característica, solo se puede seguir desde el siglo XV. Anteriormente otros instrumentos similares se usaron en diversas culturas mediterráneas con el mismo o parecido fin, pero no se puede inferir una correlación continuada entre todos ellos.