La obra Porträt Tilla Durieux als spanische Tänzerin, realizada por Lovis Corinth en 1908, presenta un retrato de la actriz alemana Tilla Durieux caracterizada como bailaora española. La fuerza expresiva del óleo reside en la teatralidad del gesto, la viveza del traje y en la inclusión de un elemento esencial del baile: las castañuelas.
Las castañuelas, pintadas con trazo rápido y resuelto, aparecen en ambas manos, capturadas en pleno movimiento. A pesar de su pequeño tamaño, el pintor les otorga protagonismo, acentuando con ellas la dinámica del baile. La figura de la bailaora parece girar, en parte gracias a la tensión que generan los brazos en alto y la oscilación del mantón, pero también por el ritmo implícito del entrechoque que evocan las castañuelas. Estas se nos presentan como extensión rítmica del cuerpo, instrumento y ornamento a la vez.
Corinth, con su característico estilo enérgico y empastado, logra transmitir la imagen de una mujer en pleno baile y la sonoridad misma del gesto. Las castañuelas no están descritas con minuciosidad, pero su presencia sonora se sugiere con maestría: vibran visualmente, como si el espectador pudiera escucharlas. Este recurso pictórico subraya su papel icónico dentro del imaginario de lo español, asumido aquí como símbolo exótico por el arte germánico de principios del siglo XX.
La escena, aunque recreada desde una óptica externa y probablemente idealizada, reconoce en las castañuelas un componente esencial para la identificación del personaje. No son mero aderezo, sino clave interpretativa de la identidad que Durieux representa: una bailaora cuyo poder expresivo se completa gracias al lenguaje rítmico de estos pequeños idiófonos de entrechoque.