Como ya adelantamos en una publicación anterior*, existe una tercera forma de sujetar las castañuelas, característica de una región concreta del sur de Italia: el Gargano.
El Gargano es una península montañosa situada en el sureste del país, en la región de Apulia (Puglia), que se adentra en el mar Adriático. Conocido como el "espolón" de la bota italiana, forma parte del macizo homónimo, una zona de gran valor paisajístico y ecológico, dominada por densos bosques, acantilados, cuevas costeras y playas. El núcleo natural de este territorio es el Parque Nacional del Gargano, que alberga el célebre bosque Umbra.
En esta región, las castañuelas reciben el nombre de castagnole, y su técnica de ejecución —la de las castagnole garganiche— difiere radicalmente de la española. A diferencia del sistema ibérico, en el que las castañuelas se atan al pulgar o a los dedos medios y se percutan mediante un juego de apertura y cierre controlado, las castagnole del Gargano se colocan en la parte exterior de la mano, sujetas de forma que permiten un movimiento libre. El sonido se produce al agitar los dedos corazón y meñique, generando un golpe seco característico. En muchas ocasiones, estas piezas presentan una forma curvada en U o V, cuyas “orejas” favorecen el entrechoque sin necesidad de un cierre manual.
La tarantella garganica se distingue por su ritmo vivo y acelerado, con una estructura repetitiva que favorece la improvisación coreográfica. Se interpreta habitualmente con instrumentos tradicionales como el acordeón, la guitarra y las castagnole. Aunque carecemos de representaciones iconográficas premodernas, esta danza alcanzó una forma definida a lo largo del siglo XIX, coincidiendo con el auge de la codificación del folclore en Italia.