Crūsmata. (del latín crusma, plural crūsmata, a su vez del griego κρούσμα, κρούσματα, que significa ‘golpe’ o ‘choque’) es un término latino que aparece únicamente en un epigrama de Marcial .
Marco Valerio Marcial nació en Bílbilis, en la Hispania Tarraconense, hacia el año 40 d. C. y pasó buena parte de su vida en Roma, donde cultivó con maestría el género del epigrama. Su estilo se caracteriza por la concisión, la mordacidad y una agudeza final que suele sorprender al lector. Aunque en ocasiones su tono puede ser obsceno o provocador, detrás de cada verso suele haber una crítica o una observación punzante sobre la sociedad romana de su tiempo.
El epigrama en cuestión, (Epig. VI, 71), en el contexto de la danza gaditana:
De Telethusa
Edere lascivos ad Baetica crusmata gestus,
Et Gaditanis ludere docta modis;
Tendere quae tremulum Pelian, Hecubaeque maritum
Posset ad Hectoreos sollicitare rogos;
Urit et excruciat dominum Telethusa priorem:
Venidit ancillam; nunc redimit dominam
La mención describe a una bailarina que realiza gestos lascivos “al son de los crūsmata béticos”, entendidos como un acompañamiento rítmico ligado a la danza popular de la Bética romana;
Sobre Telethusa
Hábil para ejecutar gestos lascivos al compás de los crūsmata béticos,
y diestra en los ritmos gaditanos de danza;
capaz de excitar al tembloroso Pélias, o al marido de Hécuba,
hasta hacerlo arder de nuevo en la pira de Héctor;
Telethusa abrasa y atormenta a su antiguo amo:
la vendió como esclava… ahora la recompra como señora.
Sin embargo, Marcial no describe qué eran exactamente los crūsmata, ni hay fuentes contemporáneas que amplíen su significado, su forma o su función. Solo podemos afirmar que se trata de algo vinculado al ritmo y al movimiento, tal vez sonoro. La etimología (crusma, de κρούσμα) remite al acto de golpear o percutir, pero eso no define por sí solo un instrumento musical.
Reproducción idealizada de instrumentos antiguos
A partir del siglo XIX, el término crūsmata fue reinterpretado por eruditos, musicólogos y lexicógrafos románticos como sinónimo de “castañuelas romanas”. Así, autores como Anthony Rich (1879), Albert Jacquot (1886), Felipe Pedrell (1897) y la Enciclopedia Espasa (tomo 16) equiparan el término con las castañuelas modernas y afirman que su invención corresponde a los pueblos de la antigua Bética, proyectando anacrónicamente una identidad musical española sobre el mundo clásico.
Estas afirmaciones, sin embargo, carecen de base filológica, organológica o arqueológica. Anthony Rich, por ejemplo, en su Dictionnaire des antiquités romaines et grecques (1879), traduce directamente crūsmata como “castañuelas” y añade ilustraciones tomadas de cerámicas griegas y relieves romanos que muestran mujeres con crotalos, es decir, placas o conchas metálicas o de madera, sujetas entre los dedos. Pero ni el epigrama de Marcial menciona dedos ni placas, ni hay vínculo directo entre los objetos representados en Grecia o Roma y las castañuelas tal como las conocemos hoy. Jacquot, en su diccionario (1886), denomina directamente crous-mata o caus-mata a las “castañuelas primitivas de la antigua Bética”, una construcción basada únicamente en la similitud fonética y en el mito de una España musical ancestral. Pedrell, en su Diccionario técnico de la música (1897), reproduce el verso de Marcial e interpreta los crūsmata como “la castañuela de la España latina”.
Hoy sabemos que tales interpretaciones son construcciones nacionalistas y románticas, comunes en la musicología del siglo XIX, que buscaban dotar a los pueblos modernos de una genealogía musical continua y gloriosa. La relación entre crūsmata y las castañuelas es puramente imaginaria. No se ha hallado ningún objeto arqueológico en la península ibérica romana que permita identificar físicamente un instrumento semejante a las castañuelas actuales. Tampoco existe una descripción técnica en la literatura clásica que lo avale.
El vínculo con la “Bética” en el epigrama de Marcial es geográfico y poético, pero no implica continuidad musical ni técnica. La prudencia filológica y organológica exige, por tanto, rechazar cualquier afirmación que presente las crūsmata como una forma antigua de castañuelas. Lo único cierto es que la palabra designa algún tipo de recurso rítmico (quizá un instrumento, quizá no) asociado a la danza en la literatura poética del siglo I. Todo lo demás es reconstrucción especulativa sin base científica.
Muchas etimologías, identificaciones y genealogías musicales que vinculan las castañuelas con la Antigüedad clásica (fenicios, griegos, romanos) proceden de interpretaciones románticas del siglo XIX, carentes de respaldo filológico, arqueológico o documental.
Estas construcciones suelen proyectar retrospectivamente la identidad nacional sobre el pasado, creando una ilusión de continuidad histórica que no resiste el análisis crítico.
En el caso de crūsmata, por ejemplo, no se conserva ninguna descripción ni objeto asociado al término, por lo que cualquier afirmación que las identifique como castañuelas debe considerarse una conjetura sin fundamento científico. DSP.